Quizá Zeus derramó maravillosas riquezas sobre los rodios precisamente para que pudieran honrar a Helios erigiéndole una estatua desde la tierra hasta el cielo....Poco a poco, el escultor realizó sus sueños.... Creó una obra excepcional en su audacia, ya que puso en el mundo un segundo Helios mirando hacia el primero.
Filón de Bizancio (Φίλων ο Βυζάντιος, 280 a. C. - 220 a. C.)
El Coloso de Rodas
Al morir Alejandro Magno y no dejar sucesor, la unidad del mundo griego, Hélade, no tardo en quebrase. Sus generales lucharon durante años para adueñarse del poder de todos los territorios conquistados y muchas ciudades griegas pretendieron lograr o recobrar su independencia, eso les hizo enfrentarse al rey macedonio Demetrio Poliorcetes.
Demetrio había puesto sitio a la isla durante largo tiempo, pero lo abandonó por infructuoso dejando enormes cantidades de armas y escudos de bronce, se dice que los rodios vendieron el botín de guerra y lo emplearon en la fundición de la estatua.
Se confió la obra al escultor Ceres, discípulo de Lisipo y natural de Lindo.
La construcción del Coloso, que representaba al Dios Helios, el dios del día, de la luz y de la armonía, tendría entre 30 y 40 metros de altura, con un peso de 70 toneladas y se levantaría a la entrada del puerto de Rodas. Se construyó a manera de pórtico de entrada al puerto y según la tradición, es posible que las embarcaciones se desplazaran entre sus piernas al entrar y salir del mismo, aunque esto no es seguro, ya que quizá esta versión se trate de una leyenda nacida en el siglo XVI.
La construcción la finalizó Laques, discípulo de Ceres doce años más tarde sobre el 282 a.C.
La estatua representaba tanto la victoria de los rodios contra los macedonios como la unidad entre Rodas y la alianza de los Ptolomeos de Egipto.
56 años más tarde un terremoto dañó gravemente el Coloso. Ptolomeo III rey de Egipto ofreció ayuda económica para restaurarlo pero después de consultar a un oráculo los Rodios declinaron la oferta.
En el año 653 y con la zona bajo control musulmán, los restos le fueron vendidos a un mercader judío de Edessa que hizo cortar en trozos todas las placas de bronce y se las llevó hacia oriente en una interminable caravana de novecientos ochenta camellos. De esta forma no subsistió ninguna huella de la estatua de Helios.
Bibliografia:
Historia del Arte (ediciones Salvat)
Maravillas del Mundo (Roland Gööck)
Las siete maravillas del mundo Antiguo (Roque Daniel Favale)
Canal Historia
Las siete maravillas del mundo Antiguo (Erin Ash Sullivan)